¿ ERA BORGUES MASÓN ?

¿ERA BORGES MASON?

 

 

EL ORIGEN

 

El mismo Jorge Luis Borges dice que es judío descendiente de un marino portugués de los que huyeron a Portugal en 1497 cuando fueron expulsados de España para caer en manos del Rey Manuel I de Portugal que en 1497 ordenó la conversión forzosa o la muerte de los judíos, quienes se convirtieron en los cristianos “marranos” que conservaban sus ritos en secreto o huyeron a África del Norte. Dicho criptojudaismo se refleja en el ocultamiento de sus propias creencias y las prácticas anejas.

 

Nació en Buenos Aires en 1899 y pasó al Oriente Eterno en Ginebra, una de sus patrias, en junio de 1986.

 

Dijo en ALGUIEN – EL OTRO- EL MISMO, que “Las pruebas de la muerte son estadísticas y nadie hay que no corra el albur de ser el primer inmortal”, dejándonos el retrato de cuerpo entero del escritor, el poeta, el filosofo y el masón.

 

Como todo masón lo sabe la muerte no es más que la necesidad de un paso a otro estadio que es la muerte filosófica, que nos abre el porvenir hacia la vida eterna, un paso al Oriente Eterno. La vida no es más que un relámpago entre dos existencias, un instante en el inmensurable e incomprensible Tiempo, en el cíclico devenir, como dijo Nietzsche, otro masón.

 

EL INICIO

 

 

Borges nunca dijo que fuera masón, pero si afirmó en una entrevista de 1971 a la revista VEJA, que era judío y no podía negar su origen de ese pueblo que hizo la historia cuando la humanidad apenas se despertaba.

 

La palabra masón aparece por una vez en PIERRE MENARD AUTOR DEL QUIJOTE cuando dice que “los deplorables lectores de un manual son pocos y calvinistas, cuando no masones y circuncisos”, es decir con aparente desprecio por los protestantes, los judíos y la Orden, desdiciéndose adelante en la misma obra, de dichas afirmaciones.

 

No obstante a los 25 años publicaría su primer libro, el poemario FERVOR DE BUENOS AIRES, cuya ilustración de tapa diseñada por su hermana Norah Borges, sugiere un templo donde aparece una serie de símbolos masónicos. No hay secretos sino para el que no quiere ver la verdad.

 

En dicho grabado se destacan las cuatro puertas a los puntos cardinales, el número 33 en las balaustradas iluminadas, que son los grados del Rito, el piso en damero o sea el complemento de los opuestos, la columna con capitel o la unión de cielo y tierra, emparentada con el árbol de la vida y completándose todo con el Sol del Oriente que precisa el Templo de Salomón.

 

En otro poemario CUADERNO SAN MARTIN, aparece otro masón, que antecede en 1929 a EVARISTO CARRIEGO de 1930.

 

Y es bien cierto que Borges es persona y obra y que si toda la obra está por encima de su autor, que no siempre vuelca en ella aspectos tan secretos, acaso los oculta o a lo sumo los simboliza. Más acá de 1930 y hasta su muerte, en todo cuento, ensayo o poema, aparecen pistas y señales de la masonería. Es ejemplo claro EL CONGRESO (EL LIBRO DE ARENA, EMECE), donde se enuncia claramente que una Orden tiene sus propios ritos y lenguajes, y una vez que se agota y se desconoce ese sigilo, la organización desaparece por la misma consunción de sus miembros, dejando claramente establecido que la permanencia es de por sí una labor de todos y de todos los días.

 

Se pregunta todo aspirante a masón, y recuerda todo iniciado ¿Cómo se hace para llegar a la masonería?

 

Y hay un primer método que es el estudio y la averiguación personal sobre la existencia de la Orden y sus cánones, y la otra vía, que es la amistad y el conocimiento de un masón que un día nos invita y conduce al Rito.

 

Para nuestro caso, el maestro que condujo a Borges a la masonería fue don Rafael Cansinos-Asséns, sabio sevillano, escritor prolífico, poliglota, judío y masón, de quien se dice soñaba en doce idiomas.

 

Borges fue su amigo y atento oyente de quien fue traductor de LAS MIL Y UNA NOCHES y de cuyo estudio introductorio a la edición en tres tomos de la Editorial Aguilar, extrajo de los Cuentos, las historias de los animales míticos que sirvieron para que nuestro autor compusiera el Manual de Zoología Fantástica publicado por el Fondo de Cultura Económica de México, y en el que aparecen el Pájaro Grog, El Simurg, los castillos de cristal, la montaña de imán, y muchas de las historias de Ficciones, El Aleph, El Libro de Arena donde se recoge el simbolismo de las espigas, el Espejo y la Máscara, donde se averigua que todos somos figuras de una fábula y es justo recordar como dice Jorge Luis, que en las fábulas prima el número tres: “el poeta murmuró: los tres dones del hechicero, las triadas y la indudable trinidad” , otro símbolo permanente y omnipresente.

 

Fue de la mano de este sevillano, que Borges conoció el movimiento ultraísta en la tertulia que él presidía en el Café Colonial, donde estaba prohibido hablar de política, de religión, hablar mal de otros escritores, salvo los antiguos y los muertos, y “en general se prohibían los nombres propios, era una convención tácita”, es decir que se respetaba el Espíritu masónico, la Igualdad, la Fraternidad, el respeto a las Normas, la legalidad, como fundamento de la Libertad, que es la manera de ser masón y comportarse como tal, de ser hombres libres y de buenas costumbres.

 

Otro aspecto es la fascinación de Borges por los laberintos, la alquimia, la Rosa de Paracelso, que nos conducen a los viajes misteriosos de toda iniciación.

 

 

SOY. 1975:

 

“Soy el que sabe que no es menos vano

que el vano observador que en el espejo

de silencio y cristal sigue el reflejo

o el cuerpo (da lo mismo) del hermano.

 

Soy tácitos amigos, el que sabe

que no hay otra cosa que el olvido

ni otro perdón. Un dios ha concedido

al odio humano esta curiosa llave.

 

Soy el que pese a tan ilustres modos

de errar, no ha descifrado el laberinto

singular y plural, arduo y distinto,

 

del tiempo, que es uno y es de todos.

Soy el que es nadie, el que no fue una espada

en la guerra. Soy eco, olvido, nada.

 

Otro masón que marcó su vida, fue la del escritor Macedonio Fernández, con quien inició amistad personal y literaria en 1924 la cual perduró hasta su muerte en 1952.

 

 

BORGES Y EL TIEMPO

 

En el año de 1978 en la Universidad de Belgrano en una serie de conferencias  recogidas en un libro que se intituló, la INMORTALIDAD, EMANUEL SWEDENBORG, EL CUENTO POLICIAL, EL TIEMPO, (EMECE, EDITORIAL DE BELGRANO) dijo” Para concluir, diré que creo en la inmortalidad, no en la inmortalidad personal, pero si en la cósmica. Seguiremos siendo inmortales; más allá de nuestra muerte corporal queda nuestra memoria, quedan nuestros actos, nuestros hechos, nuestras actitudes, toda esa maravillosa parte de la historia universal, aunque no lo sepamos y es mejor que no sepamos”, concepto masónico como el que más, pues  sabemos que el Oriente Eterno es eso: la inmortalidad cósmica.

 

Borges afirma que podemos prescindir del espacio, pero no del tiempo, el tiempo es la sucesión, el tiempo fluye, el tiempo es lo indefinible, y al momento cita a San Agustín que decía que si no se lo preguntaban sabía que era el tiempo, pero si se lo preguntaban, no lo sabía, es decir el concepto pleno de lo inefable.

 

“¿Por qué nadie baja dos veces al mismo río? En primer término, por que las aguas del río fluyen. En segundo término – esto es algo que ya nos toca metafísicamente, que nos da un principio de horror sagrado— porque nosotros mismos somos también fluctuantes” El tiempo pasa.

 

Nosotros estamos hechos de nuestra memoria, y la memoria está hecha de olvido: “…no hay lástima en el Hado,/ y la noche de Dios es infinita./ Tu materia es el tiempo, el incesante / Tiempo. Eres cada solitario instante/ (EL APICE en la Cifra, 1984/ NO ERES LOS OTROS en la MONEDA DE HIERRO, EMECE, 1976)

 

Para Borges el tiempo viene a ser la imagen móvil de la eternidad, es un don de la eternidad, “no hubo un tiempo anterior: el mundo empezó a ser con el tiempo, y desde todo empezó a ser con el tiempo”, el tiempo es nuestro problema.

 

La eternidad es lo que siempre tenemos a nuestro lado y sino que lo digan estos dos poemas, ambos titulados ETERNIDAD, los dos títulos uno en inglés y el otro en alemán dos de los idiomas de Borges.

 

El otro, el mismo, 1964, Emecé

EVERNES

Sólo una cosa no hay. Es el olvido. 
Dios, que salva el metal, salva la escoria 
y cifra en Su profética memoria 
las lunas que serán y las que han sido.
Ya todo está. Los miles de reflejos 
que entre los dos crepúsculos del día 
tu rostro fue dejando en los espejos
y los que irá dejando todavía.
Y todo es una parte del diverso
cristal de esa memoria, el universo;
no tienen fin sus arduos corredores
y las puertas se cierran a tu paso;
sólo del otro lado del ocaso 
verás los Arquetipos y Esplendores.

 

Ewigkeit

 

Torne en mi boca el verso castellano

a decir lo que siempre está diciendo

desde el latín de Séneca: el horrendo

dictamen de que todo es del gusano.

 

Torne a cantar la pálida ceniza

los fastos de la muere y la victoria

de esa reina retórica que pisa

los estandartes de la vanagloria.

 

No así lo que mi barro ha bendecido

no lo voy a negar como un cobarde.

Sé que una cosa no hay. Es el olvido;

 

sé que en la eternidad perdura y arde

lo mucho y lo precioso que he perdido

esa fragua, esa luna, esa tarde.

 

Y es una verdad inconcusa, incontestable, que cada paso que damos es un acercarse al Tiempo y su comprensión.

 

No hay nada que nos ate, que nos ligue a ninguna dimensión del universo, como viandantes de lo onírico, de lo irreal somos conciencia sin consciencia, el trabajo de un numen aún sin nombre, que nos acecha detrás de un espejo que se refleja en otro espejo.

 

No hay augurios, no hay supersticiones, cada lectura del Tarot, cada lebrillo en que se refleja la vida , cada ceniza que se consume en el tabaco de la hechicera, cada línea de tu mano, todas las letras y los números de los sueños, la lechuza blanca que vuela a las diez de la mañana por encima de un arrozal para recibirte, saludarte, son mapas que están trazados desde siempre, para siempre, somos una sola dimensión que comprende  todas las cuerdas donde vibramos al unísono con la nada, con el todo, con el tiempo, con lo que aun no comprendemos, con lo que parece oculto estando a la vista, no hay nada pendiente, todo está dado, todo está en nosotros, somos una repetición  de una infinita sucesión de olvidos, del miedo invencible de relegar, de tener que volver una y otra vez

 

 

 

Girardot, marzo 24 de 2017 (Vigilius haufinensis, viejo Kierkegaard) 

V M J R C R